A Pau Casals y Andreu Claret les unió una profunda y larga amistad, que quedó plasmada en estas cartas, escritas entre los años 1943-1955, durante su exilio en Francia y Andorra.

Claret, conocido más tarde con el sobrenombre del Hombre de las Nieves por liberar a Barcelona de la nevada de 1962, actuaba como secretario de la Asociación Pau Casals, que daba soporte a los hijos de los refugiados, y también como secretario personal de Casals en la organización de conciertos por diferentes ciudades francesas.

Casals, símbolos de los catalanes en el exilio, siempre se mantuvo firme a sus convicciones más profundas. Tal como él decía: “un músico también es un hombre y su actitud vital es más importante que su música”, y lo llevó hasta las últimas consecuencias.

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